Te busco, te busco yo…


Maraña

Lunes, mis alumnos, el sol, el campo. Por la tarde clases para mí, «Las representaciones sociales», y descubrir una vez más que nos engañan, que los medios nos ocultan.
Martes, las guarderías. Los chicos que pocos asisten. Un Estado ausente, inequidad, chicos que no aprenderán de la misma manera que otros, simplemente porque nacieron en un lugar equivocado, parece ser, se empeñan en que creamos eso. Clases por la tarde. Un llamado a la noche con la posibilidad de un trabajo nuevo, mejor remunerado.
Miércoles, hablemos de las Enfermedades de Transmisión Sexual y de las adicciones, y te asomas a mis ojos y me asomo a tus preguntas, y te sentás al lado mío así atendés la charla. Los chicos y las chicas otra vez. Y los folletos con parejas de todo tipo, qué adelantados estamos aquí. Clases por la tarde. Completar ese curriculum que ya tiene 5 hojas y me agobia a mis 34 años. Clases por la tarde, los tobas, los invisibles, los políticos y sus estrategias de marketing.
Jueves, lo del trabajo. Paro recordando a Fuentealba. Biblioteca a la tarde, clases, ruido.
Viernes, el campo de nuevo. Celebración, cantos, procesión. Ritos que pierden vertiginosamente su significado y ellos tan empeñados en mantenerlos a toda costa. Por la tarde, el deseado descanso. Ya cobré el sueldo, pasó un mes más.
Sábado y descanso, la semana fue correr y correr, sentir y pensar todo al mismo tiempo, y que así es fin de año, y que se vienen los padres a ver qué pasa con sus hijos, tan buenos, tan estudiosos.

En la maraña, en este correr y correr, tu voz cada día, un ratito, un rato y horas en el mesenger. Qué te estás preparando para la cena, cómo te fue en el curro, cómo estás, cómo estás, cómo estásssssssssssss!!! Cómo estoy, cómo sigo mañana con tu caricia virtual, cómo pasa el tiempo y qué suerte que así sea. Y te extraño y me acurruco a tu sonrisa, a tu imagen dentro mío. Y de a poquito, desentraño la maraña, te vuelvo a mirar, tu voz se hace lugar y ya no hay más ruidos. Y ya está, puedo volver a empezar.